tag:blogger.com,1999:blog-40836630635057654122024-02-21T00:21:18.105+01:00A las madrigueras!Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.comBlogger13125tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-12994985807940529602013-11-27T10:02:00.001+01:002013-11-27T10:03:19.632+01:00Miércoles Mudo: MARIQUITAS<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0je2RE125NvaUmoRqKKpMQ8SxmdDBsvh7573XWO91vRzWaltMFvOY9OcZKyAudrNljI_2-xqXQhrMG2oQftbllaumZzM_6gUH8P3c52rjxJER3YPFP6U97h5RdZzWaTp3dRIaRYdlnfXM/s1600/Noviembre+2013+029.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0je2RE125NvaUmoRqKKpMQ8SxmdDBsvh7573XWO91vRzWaltMFvOY9OcZKyAudrNljI_2-xqXQhrMG2oQftbllaumZzM_6gUH8P3c52rjxJER3YPFP6U97h5RdZzWaTp3dRIaRYdlnfXM/s1600/Noviembre+2013+029.jpg" height="408" width="640" /></a></div>
<br />
<i><span style="font-family: inherit;">Comenzamos con el MM, nueva sección en A las madrigueras! Hoy, tapones de distintos tamaños, unos puntos y.... ¡a contar!</span></i><br />
<i><span style="font-family: inherit;"></span></i><br />
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: inherit;"><i>Feliz miércoles.</i></span></div>
<i><br /></i></div>
<br />
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<br />
<div id="wpImg344934">
<a href="http://new.inlinkz.com/luwpview.php?id=344934"><img src="http://www.inlinkz.com/wpImg.php?id=344934" style="border: 0px;" /></a></div>
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<!-- end InLinkz script -->Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-26760490563488752592013-07-01T15:32:00.002+02:002013-11-26T14:21:18.569+01:00Los hospitales y las risas.<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: small;"> Hace algo más de un año tuvimos un susto. Un susto grande, horrible... un accidente doméstico de los "tontos" que acabó con uno de mis hijos en el hospital ingresado casi un mes. Bueno, un mes estuvo en La Paz, en Madrid, pero pasamos por un centro de atención primaria y tres hospitales diferentes antes de llegar allí, al ala infantil de quemados. Lo que pasamos esos días, esas semanas superaría la capacidad de este blog: el miedo, la culpa, los reproches, el cansancio, la falta de tiempo para el resto de la familia pesaban como una losa, pero sobre todo pesaba el no poder hacer nada por el dolor y el aburrimiento que mi pequeño sentía. No faltaron ni amigos ni familia que estuvieran allí sosteniéndonos pero había una cosa a la que nos costaba hacer frente: el estar limitado a una habitación demasiado calurosa, "atado" a la vía y al suero a un pequeño tan activo y enérgico como mi hijo era lo más dificil... los dolores de las quemaduras eran terribles y su único consuelo, el pecho de mamá. Sí, todo el mundo jugaba con él, pero hubo un momento en el que no había cuentos, ni coches, ni pelotas ni pinturas suficientes para disipar las molestias y el hartazgo... hasta que...</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGXLK1dbZwvbFQ28gQZOq4q6BTfEKBhUdgfh1P_Zm1jgzW9kc9IjPZ2C1pk7sf2vbxss9KkBJfANEdGWeL-s6c_6rFBnoQeq-MPKjWJ6gZqqwmM8IbrGQCqFY3UZg0wvXcpdahP7hiv_JJ/s400/pallapupas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGXLK1dbZwvbFQ28gQZOq4q6BTfEKBhUdgfh1P_Zm1jgzW9kc9IjPZ2C1pk7sf2vbxss9KkBJfANEdGWeL-s6c_6rFBnoQeq-MPKjWJ6gZqqwmM8IbrGQCqFY3UZg0wvXcpdahP7hiv_JJ/s320/pallapupas.jpg" height="214" width="320" /></a></span></span></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Foto extraída de la página web de <a href="http://www.pallapupas.org/es/pallapupas/portadaquisom.html" target="_blank">Pallapupas</a></span></span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">... apareció ELLA. Con su nariz roja, sus pantalones de colores llenos de silbatos y globos, sus matasuegras y su bata de enfermera tuneada... sus risas, sus chistes y sus mangas llenas de magia arrastraban más ternura de la que nunca pudimos llevar a esa habitación. No sé cuanto tiempo estuvo, ni cómo lo hizo para irse sin provocar un drama... sólo sé que esa tarde fue mucho más fácil conciliar el sueño y que las siguientes también se hicieron más llevaderas esperando que pudiera volver. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"> Ojalá este trabajo estuviera siempre reconocido y pagado. Ojalá su implantación fuera obligatoria en todas las plantas de hospital. Ojalá no dependiera de la buena voluntad del que decide emplear su tiempo en hacer felices a los que más dificil lo tienen. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"> En ese mismo momento, viendo la sonrisa de mi hijo tocando la nariz roja, supe que en algún momento tendría que hacer algo por devolver el bálsamo de ese día. Tengo claro que algún día yo también volveré a entrar en un hospital, no de cuidadora, ni de visitante, sino vestida de alegría e ilusión. Ni hoy, ni mañana, mis hijos todavía son muy pequeños, me necesitan mucho, todavía hay muchas heridas que cerrar. Pero se pueden hacer muchas cosas: difundir información, donativos... y mi pequeña contribución de hoy a unos payasos muy especiales por su formación y por su concepción de un Trabajo Digno: los <a href="http://www.pallapupas.org/es/pallapupas/portadaquisom.html" target="_blank">Pallapupas</a>.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"> Os deseo mucha suerte en vuestra labor, que cada día lleguéis a más hospitales y familias que os necesitan y, eso sí, espero no volver a veros -dentro- nunca.</span></span></div>
Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-64554189225601862072013-07-01T10:47:00.000+02:002013-11-26T14:22:00.851+01:00ALGÚN DÍA, de Alison McGhee.<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"> Supongo que la mayoría de las mujeres encuentran que uno de los "puntos negros" de la maternidad es la falta de tiempo. Yo, en concreto, echo de menos no sólo tiempo para leer, sino también tiempo tranquilo para trastear librerias, buscar, pararme a leer, comparar... pasar el tiempo rodeada de libros, buscando el perfecto para ese momento, o para esa persona es ya un lujo que no puedo hacer tanto como quisiera. Está la opción de internet, claro, pero no es igual, o al menos NO SIEMPRE es igual. He tenido la suerte de conocer a través de la blogosfera maternal a Lidia Ginés, la persona que está detrás de <a href="http://www.mundotueris.es/" target="_blank">Mundo Tueris</a>, una librería especializada en maternidad y crianza con apego. Tengo la seguridad de que, al margen de que lo que pueda encontrar me guste más o menos, siempre estará enfocado hacia la crianza respetuosa: no tendré que pasar por la duda de si el libro que tanto promete con el título será un chasco después. Y claro, siempre cae algo para ellos, porque Mundo Tueris también tiene bellísimos álbumes ilustrados y cuentos para los más peques, como el que os traigo hoy: </span></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkSGNy_IejvRxpfX2K6qQbmfUruzQbD8s7hZtdh9ZT4PVETsNv6sLs-OwQXWpyxGeV6tYpjWMcABp5XFk-rRFOfwTi7qsbfNSZ5Itlcc4N2Bl0S1_SjzAwFUmt8J47LMVt-4FxBKvhpWTZ/s300/algun-dia-.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkSGNy_IejvRxpfX2K6qQbmfUruzQbD8s7hZtdh9ZT4PVETsNv6sLs-OwQXWpyxGeV6tYpjWMcABp5XFk-rRFOfwTi7qsbfNSZ5Itlcc4N2Bl0S1_SjzAwFUmt8J47LMVt-4FxBKvhpWTZ/s300/algun-dia-.jpg" /></a></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><a href="http://www.mundotueris.es/cuentos-sobre-maternidad/423-algun-dia-.html" target="_blank">"Algún día"</a> es un albúm ilustrado de Alison McGhee ("Julia Gillian" o "Haciendo amigos"). No es muy reciente, pero es tan maravilloso y se disfruta tanto por temporadas que no puedo dejar de comentároslo hoy y sugerirlo como lectura de vacaciones. Narrado por una mamá<i> "Un día conté tus dedos y los besé todos uno a uno"</i> a su hija a través de las distintas etapas vitales, incluída la ausencia y el recuerdo; conozco pocos adultos capaz de leerlo a los pequeños sin sentir un nudo en la garganta. Sin embargo, no es un libro triste, sino deliciosamente real y sensato que invita a disfrutar el momento, todos los momentos. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Os invito a pasaros por Mundo Tueris y a revisar la oferta. En las madrigueras vamos a empezar a leer y, sobre todo, a comentar mucho en breve, así que echad un vistazo y cualquier obra que queráis que trabajemos, hacedmelo saber. </span></span></div>
<br />Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-73845337654586793262013-07-01T00:02:00.000+02:002013-11-26T14:23:59.495+01:00Noches de pesadilla (29 de junio: Día mundial del Sueño Feliz)<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: small;"> En alguna ocasión, hablando del tema del sueño infantil, alguien ha defendido la <b><i>necesidad</i></b> de emplear métodos del adiestramiento del sueño con un argumento similar al siguiente:</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: small;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: small;"><i> "Es que los adultos necesitamos descansar ¿tú te dejarías operar por un cirujano que no hubiera dormido bien por la noche?"</i></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: small;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: small;"> Pues evidentemente no, no me gustaría que me operara, ni a mi ni a nadie, una persona que no estuviera al cien por cien de sus capacidades, pero es algo que depende tanto de confiar en el otro que salvo casos extremos, creo que tenemos poco poder de decisión... prefiero una cirujana al cien por cien, un piloto que no hubiera bebido, una mecánica que no dejara pasar ningún detalle, o un dependiente de buen humor. Lo que busco es gente responsable y que haga bien su trabajo. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: small;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: small;"> Ahora, saber que se está en condiciones de hacer bien lo que se tiene entre manos es una responsabilidad personal muy grande, que no todos los adultos están en condiciones de asumir. Queremos llegar a todo, hacer todo, rendir en el trabajo, lucir divinos y además estar en buenas condiciones. Y TODO es muy dificil, sobre todo cuando se tienen niños pequeños. </span></span><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsuSpKNNaM5aJ8_EYyjDRCDxB-BOZiyhkR0HG_-j3A6icbaKWKbHjuhC4iwSXIr5hqyH1V9_zYGDZa3CgRaGW5GN37ma6IQtPHu5ORyYsnPnyXbE4T8oKoCSCqNuutwws2NrP1Jm0YYVEd/s650/sue%C3%B1o+feliz.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsuSpKNNaM5aJ8_EYyjDRCDxB-BOZiyhkR0HG_-j3A6icbaKWKbHjuhC4iwSXIr5hqyH1V9_zYGDZa3CgRaGW5GN37ma6IQtPHu5ORyYsnPnyXbE4T8oKoCSCqNuutwws2NrP1Jm0YYVEd/s320/sue%C3%B1o+feliz.jpg" height="165" width="320" /></a></div>
<br />
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"> <span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"> <span style="font-family: inherit;"> Curiosamente, la mayoría de la gente piensa muy muy bien en qué momento van a hacer las cosas importantes de esta vida: aplazan irse a vivir con su pareja mientras estudian un máster, se compran casa cuando las condiciones son mejores, esperan a acabar la carrera para casarse... menos tener un hijo: los hijos se tienen cuando "toca",porque nos lo dicen los mayores, los tienen todos los amigos o símplemente porque sí. <b>Y poca gente parece apreciar que tener un hijo es el trabajo más importante, sacrificado y demandandante del mundo.</b> Curiosamente, cuando se trata de establecer prioridades , pocas veces sale ganando el niño. Y eso pasa con el tema del sueño. Es habitual que se justifique casi cualquier tipo de método (no sólo de adiestramiento, también podemos incluír aquí las diversas medicaciones que se utilizan injustificadamente) porque "es insoportable", porque "tienes que vivir", porque "te tienes que levantar al día siguiente" o porque "no puedo estar sólo para él". Así que lo que hacemos es <b>trasladar la incapacidad adulta para resolver situaciones complicadas</b> (laborales, familiares...), que se han elegido (presuntamente como adultos) a las necesidades vitales de un niño pequeño, que lo único que pide es aquello que necesita. Nada más, pero tampoco nada menos. Eso dice mucho de la salud mental de la población general, y de cómo va el mundo. Se le llama maltrato, y abuso de los más débiles. </span></span></span></span><br />
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br />
Y retomo el principio de la columna: claro que no deseo que nadie me haga daño por no estar en buenas condiciones físicas o psíquicas. Y como yo trabajo en el tema de la prevención en la infancia, lo que voy a defender es que tampoco hagan daño a niños que no pueden defenderse, daños que son el resultado de no escuchar el instinto, de hacer caso de lo que se dice "porque sí". Daños como los siguientes son por los qué rechazo estos métodos: </span></span><br />
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
<br />
<ul>
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Porque el vínculo afectivo no se establece como debería: el niño no puede entender porqué durante el día (por ejemplo) le atienden y por la noche no. No es capaz de asumir el "mamá tiene que dormir para estar descansada e ir a trabajar" o "es importante tener tiempo tranquilos como pareja". El niño desconfía, su apego tiende a desestabilizarse y ello puede generar problemas a largo plazo (Stevenson-Hinde y Shouldice, 1995; Griffin y Bartholomew, 2005; Schaffer y Emerson, 1964) o a corto plazo, que frecuentemente se atribuyen a otras causas (casi siempre, otra vez, responsabilidad del niño). </span></span></li>
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Porque el llanto tiene efectos perjudiciales en el cerebro y en el desarrollo del bebé, dañando el hipocampo y con ello la memoria (Lloy de Mause) o el sistema emocional (Joseph Le Doux).</span></span></li>
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Porque el llanto tiene un propósito: nada es porque sí, y responde a la selección natural. Los niños mueren si no se atiende su llanto, si hemos llegado hasta hoy ha sido porque hemos llorado y nos han atendido.</span></span></li>
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Y finalmente, porque el sueño infantil necesariamente es así: interrumpido por necesidades vitales. Y porque el niño necesita dormir acompañado para regular un cuerpecito que todavía no funciona bien. </span></span></li>
</ul>
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><b> Adulto: no te rebeles contra lo que es humano. Busca ayuda, simplifica tu vida, busca alternativas... pero no dañes a un niño. </b></span></span> <br />
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Más información en <a href="http://www.dormirsinllorar.com/" target="_blank">Dormir sin llorar</a>, en la blogosfera maternal o en Twitter #ADormirFelices</span></span><br />
<br /></div>
Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-71833806509771685952013-06-26T08:00:00.000+02:002013-11-26T14:25:06.619+01:00Condicionando el futuro<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Hace
unos días presencié una conversación entre una madre y su hija, después de una
discusión, en la que ella (la madre) le decía: </span></span></div>
<div class="MsoListParagraph" style="margin-left: 53.25pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">-<span style="-moz-font-feature-settings: normal; -moz-font-language-override: normal; font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span><i>“si ya sabes que yo te quiero
mucho, pero cuando te portas bien…”</i></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Así,
leído en frío, lo vemos como una barbaridad, pero ¿de verdad a estas alturas
nos pueden sorprender estos comentarios? Posiblemente sea el modelo
materno-filial más habitual; desde luego es el modelo conductista que
Supernanny, Estivill y compañía proponen en sus “métodos” y que luego miles de
familias reproducen con más o menos éxito. Es bastante probable incluso que
muchos padres y madres de familia lo hayan escuchado de sus propios
progenitores y, lo que es peor, que lo lo hayan creído. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Yo
personalmente prefiero al Doctor Jekyll dicendo eso tan archiconocido de <b>“Quiéreme cuando menos lo merezca, que será
cuando más lo necesite”</b> (R. L. Stevenson). Y es que si negamos la
posibilidad de errar, de enfadarnos, de sentirnos humanos, estamos negando la
posibilidad de decidir, y con ello, de crecer. Pero los adultos lo hacemos con
bastante frecuencia: </span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="margin-left: 53.25pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">-<span style="-moz-font-feature-settings: normal; -moz-font-language-override: normal; font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span>¿No
me das un besito? ¡ay! Qué triste me pongo, voy a llorar!</span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin-left: 53.25pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">-<span style="-moz-font-feature-settings: normal; -moz-font-language-override: normal; font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span>He
estado cocinando toda la tarde, y tu ahora no comes nada…</span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="margin-left: 53.25pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">-<span style="-moz-font-feature-settings: normal; -moz-font-language-override: normal; font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span>Me
encanta cuando me ayudas y recoges todos tus juguetes. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">El
problema es que nos han hecho creer que todo en esta vida funciona a base de
condicionamiento operante, de estímulo y refuerzo, y que además, lo podemos
controlar, y que podemos modelar la conducta de los niños a base de castigos y
refuerzos. Incluso hay gente que dice: “no, castigar no, pero hacer refuerzos
positivos sí, claro”. Bueno, pues depende. Es muy simplista pensar que podemos
modificar el comportamiento humano con la misma facilidad que el de una paloma
en ambientes no controlados, como los de un laboratorio, pero esa es sólo una
de las grandes críticas que se puede hacer al conductismo aplicado a los niños
(el “<b>conductismo fashion</b>” que dice Rosa Jové):</span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="margin-left: 53.25pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Una
crítica es que cuando sucede “algo” en lo que nosotros (los adultos) nos
fijamos, también ocurren muchas otras cosas alrededor, antes, durante y
después, que nos pueden pasar
desapercibidas pero que están ahí y que también influyen. Cuando estudié la
carrera hice cientos de horas de observación (a bonobos, a niños, a adultos…) y
era muy interesante comprobar que realmente era dificil que varias personas
estuvieran absolutamente de acuerdo en lo que había sucedido,en lo de antes y
lo de después. Esto, en entornos muy controlados ¿cómo exportarlo a lo que
ocurre en una casa? Y el problema de esto es que el condicionamiento depende de
unas variables muy precisas, que si fallamos en ella, falla el refuerzo de
aquello que esperamos conseguir. Esto le pasó, INSISTO, en condiciones muy estrictas de laboratorio, a Skinner y a
alguna de sus palomas. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Por
otro lado, es terrible que queriendo reforzar conductas positivas silenciemos
los fallos, los errores o actitudes que A LOS ADULTOS no nos gustan. Y es que
si no acompañamos a los pequeños en la búsqueda de sus propias respuestas, en
el afrontamiento de las consecuencias reales de sus actos ¿<b>en qué estamos
educando</b>? En la competencia salvaje, en la individualidad y en el menosprecio a
los sentimientos… estos, casualmente (o no) son algunos de los motivos que nos
hacen estar encallados en la situación social en la que estamos. </span></span>
</div>
<div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="margin-left: 53.25pt; mso-add-space: auto; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Trebuchet MS","sans-serif";"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsxw_fa23JaZ565EytH2gbWMGxjhhztm83tVh5exNtoYJiRNjcJEgsReN7zq_LUh4RdBXn5Gg8GOtnxyj_jZ36wjhGeIEPsPFtXQQ8hQPkS6nZA3oKr-_G71FwkkniTsFVShsnE4LXk8E/s640/s+aceptar+los+errores.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsxw_fa23JaZ565EytH2gbWMGxjhhztm83tVh5exNtoYJiRNjcJEgsReN7zq_LUh4RdBXn5Gg8GOtnxyj_jZ36wjhGeIEPsPFtXQQ8hQPkS6nZA3oKr-_G71FwkkniTsFVShsnE4LXk8E/s640/s+aceptar+los+errores.jpg" height="320" width="244" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Del blog "Esas pequeñas cosas"</td></tr>
</tbody></table>
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Y
lo que realmente resulta peligroso de condicionar es que los aprendizajes no
son elaborados, elegidos; se graban a fuego en la mente, sin análisis, sin
valoración. No es una educación crítica y preparada para mejorar. Curiosamente,
esto también lo explica muy bien un experimento de los primeros conductistas:
en una jaula con el suelo electrificado metían a varios monos. Del techo
pendían unos plátanos que en realidad eran unos sensores: cuando un mono cogía
un plátano, los que estaban en el suelo recibían una descarga eléctrica. Los
monos aprendieron pronto y molían a palos a aquel compañero que intentara
comer. Cuando la conducta estuvo bien asentada, introdujeron otro mono que por
supuesto, recibió la consabida paliza cuando intentó coger los plátanos. Poco a
poco fueron reemplazando todos los monos del principio por monos nuevos que
también intentaban comer plátanos antes de ser “persuadidos”, incluso por
aquellos simios que no habían recibido descarga eléctrica ninguna. Al acabar el
experimento, ningún mono había sido condicionado mediante descargas, pero no
dudaban en atacar a aquel ignorante que tuviese pensado subir. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><a href="http://www.youtube.com/watch?v=eUh12F3X5Pc">Aquí</a> podéis ver una réplica del experimento de los monos y los plátanos, son apenas dos minutos y está subtitulado. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div>
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">¿Así
queremos educar? ¿En el miedo, en la irreflexión? Pensemos en que lo que
aprenden en los primeros años durará para toda la vida. ¿De verdad que lo que
les queremos entregar para que salgan al mundo es una mochila llena de
supersiticiones</span></span><br />
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
<span style="font-family: "Trebuchet MS","sans-serif";"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: inherit;">Articulo original en <a href="http://www.educarpetas.blogspot.com.es/2013/04/condicionando-el-futuro.html#comment-form" target="_blank">Educarpetas</a></span></span> </span><br />
<div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="margin-left: 53.25pt; mso-add-space: auto; text-align: justify;">
</div>
Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-45972152431916995592013-06-20T13:34:00.000+02:002013-06-20T23:24:45.995+02:00Shhhhhhhhhhh....<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"> Ya Freud hizo notorio hace mucho tiempo de la
importancia que los silencios, entendidos como la ausencia de palabras durante
una conversación, tenían durante las sesiones de terapia. En la actualidad,
cualquier terapeuta presta tanta atención a las palabras dichas como a las que
se tapan: los silencios y las omisiones, mediados por el lenguaje no verbal,
ofrecen muchos matices a los que no podríamos acceder sólo con el lenguaje
oral. </span><br />
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"> </span>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En la vida cotidiana lo que<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>no decimos tiene la misma importancia, sólo
que es raro tenerlo en cuenta. Hay momentos muy claros: ¿quién no se ha
enfrentado al mutismo hiriente de alguna persona cercana “a la que no le pasa
nada” pero no nos habla? Sabemos que algo pasa, sabemos que probablemente
quiere<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>contar algo que se ha quedado
atascado por diversos motivos, pero cuesta mucho tener acceso a ello. Es un
mecanismo tan sutil, tan inaccesible que muchas discusiones comienzan por el
famoso:<i> “estás muy callada/o ¿te pasa algo?</i></span><br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Si esto supone un problema, es casi más
preocupante el estimar que la verdad es siempre lo que se verbaliza, y no dar
importancia a las cosas que no se dicen. Sin embargo, nuestros esquemas
mentales están preparados para dar crédito absoluto a los declarativos de
terceros y a no ser que se haga un esfuerzo intenso explícito, lo omitido no
tiene importancia. </span><br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Las madres, los padres, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>suelen tomarse muchas molestias en conseguir
establecer una <b>buena comunicación</b> con los hijos: les hablan, les cuentan
cuentos, les preguntan qué tal en el cole, o con los abuelos, o si se lo han
pasado bien en el cumpleaños… todo esto es fantástico. Incluso desde hace unos
años a esta parte se está tomando conciencia de la mucha importancia que tiene
la comunicación temprana y cada vez más padres se deciden a hacer cursos de
comunicación en lengua de signos para poder adecuar sus respuestas a los
requerimientos de los niños desde que son pequeños. Insisto, todo esto redunda
en la fluidez de las relaciones siempre que no se nos olvide la importancia de
lo que no se cuenta. </span><br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Y es que seguro que muchos han sentido cierta
sensación de temor cuando, por ejemplo, un amiguito del hijo cuenta lo bien que
se lo han pasado en una fiesta especial en el cole en la que hicieron algo
distinto, por ejemplo. Y las dudas asaltan <i>¿por qué no me ha contado nada?¿habrá
pasado algo? ¿qué le preocupa, por qué no confía en mi?</i></span><br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Es una sensación displacentera, pero si somos
capaces de darnos cuenta de que las cosas más importantes de nuestra vida tampoco
nosotras solemos verbalizarlas, podremos relajarnos y apreciar los matices en
las distintas situaciones.Las cosas que se nos quedan grabadas no
suelen ser explícitas: son ejemplos y actitudes que van más allá de las
palabras. Cómo reaccionamos, cuándo acariciamos, cómo sostenemos o simplemente cómo
estamos disponibles son formas de comunicación muy potentes a las que
normalmente no prestamos atención. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
</span></div>
<div align="center" style="text-align: center;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: 11.0pt;">Cuando creías que no te veía… te vi
poner mi primer dibujo en la puerta de la nevera y corrí a hacer otro.<br />
Cuando creías que no te veía… te vi poner alimento en el platito del gato y
aprendí que es bueno cuidar de los animales.<br />
Cuando creías que no te veía… vi lágrimas salir de tus ojos y aprendí que
algunas veces las cosas duelen, pero está bien llorar.<br />
Cuando creías que no te veía… te vi hacer mi postre favorito y aprendí que las
cosas pequeñas son las que hacen la vida especial.<br />
Cuando creías que no te veía… te sentí darme un beso de buenas noches y me
sentí amado y protegido.<br />
Cuando creías que no te veía… Te vi dar tu tiempo y dinero para ayudar a gente
que no tenía nada y aprendí que los que tienen deben ayudar a los que no
tienen.<br />
Cuando creías que no te veía… te vi cuidar de la casa y de nosotros y aprendí
que debemos cuidar de lo que nos ha sido dado.<br />
Cuando creías que no te veía, te escuche decir una oración, y sentí que
existe un Dios al que siempre le podré hablar.</span></span></div>
<div align="center" style="text-align: center;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: 11.0pt;">“Gracias: mamá, papá, hermano,
hermana, amigos, abuelos, etc…<br />
por todas las cosas que aprendí cuando creías que no te veía”</span></span><br />
</div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: 11.0pt;">Autor Desconocido</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: 11.0pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>María Montessori también reconoció la
importancia del silencio; junto con la concentración y el orden los considera
básicos para lograr la autodisciplina y el autocontrol necesarios para llegar a
ser adultos pacíficos y completos. </span></span></div>
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: 11.0pt;">Hagamos
en silencio, transmitamos amor en silencio y atrevámonos a intuir en silencio…
¿notamos algún cambio?</span></span><br />
<br />
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: 11.0pt;">Artículo original en <a href="http://www.educarpetas.blogspot.com.es/2013/05/shhhhhhhh.html" target="_blank">Educarpetas</a> </span></span></div>
Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-48874001201585547052012-05-22T19:53:00.000+02:002013-06-18T23:32:52.450+02:00Revisando el nivel de exigencia.<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">Frecuentemente los
adultos pierden buena parte de la capacidad de ponerse en lugar de otros
y de aceptar distintas opciones como válidas; esto se llama empatía y
pese a estar presente en el desarrollo de planes de estudio y de
programas de desarrollo emocional como parte imprescindible para un
correcto crecimiento personal en los niños muchas veces desaparece en la
adultez, o si aparece es de forma muy tangencial. La mayoría de los
adultos se perciben a sí mismos como personas más o menos empáticas y
sensibles con las necesidades de los otros, pero aparecen muchas
dificultades cuando se alejan del modelo adulto-céntrico predominante.
Casi todas las personas son capaces de entender a otro cuando está
enfermo, cuando ha perdido un trabajo o cuando se enfrenta a
adversidades, y sin embargo presentan resistencias enormes cuando las
necesidades surgen en el mundo infantil, mucho más emocional y sensible
que el adulto. De esta situación aparecen multitud de confrontaciones
entre grandes y pequeños, y se enquistan las posibilidades para
solucionarlas. Muchas veces el adulto confunde el “ajuste al mundo
infantil” con “ser muy directivo”, “marcar límites claros” o,
simplemente “obedecer”. Es decir, que se le permiten muchas cosas a un
niño o una niña mientras su comportamiento no choque de lleno con el
punto de vista adulto. Obviamente esto es necesario en ocasiones en las
que la seguridad de un niño está en peligro, pero demasiado
frecuentemente es simplemente el hecho de hacer cosas distintas “a lo
que un niño tiene que hacer”. Esto se manifiesta en comportamientos,
actitudes o peticiones hacia el comportamiento que se realizan de forma
injusta y/o arbitraria. Y es que muchos adultos exigen a los niños mucho
más de lo que se exigen a ellos mismos o de lo que tolerarían a otros.
¿Ponemos algún ejemplo?</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<ul style="text-align: justify;">
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">Roberto
está de paseo con su mamá y ésta se encuentra a una amiga a la que hace
tiempo que no ve. Empiezan a hablar y Roberto se queja: se aburre y
quiere irse. La respuesta de la madre es: “un momento, ahora voy”.
“Ahora mismo nos vamos”. Tras un rato de aburrimiento, Roberto encuentra
diversión con unas piedrecillas. De repente, su madre se da cuenta de
lo tarde que se le ha hecho, se despide y exige:<i> “Roberto, vámonos que es tarde”. –“Ahora voy, mamá”. –“¿Ahora? ¡NO! ¡Ya! Y deprisa, que llegamos tarde”.</i> ¿Está la adulta dando un ejemplo de comportamiento? ¿Será capaz de darse cuenta que no está empatizando con el pequeño?</span></span></li>
</ul>
<ul style="text-align: justify;">
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">A
Margarita le compran una bolsa de chuches y le dicen que sólo puede
comer una al día. En un descuido de sus padres, agarra la bolsa y se da
un atracón. Cuando su padre lo descubre y la regaña por haber
desobedecido. Está muy decepcionado por no poder confiar en la palabra
de la niña, que tiene que aprender a controlarse. Como castigo, esa
noche no le lee un cuento en la cama, porque está muy enfadado. Se
enciende su cigarrillo electrónico y se pega su parche para dejar de
fumar y se afirma en su creencia que la niña “tiene que aprender”.</span></span></li>
</ul>
<ul style="text-align: justify;">
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">Luis
no ha terminado un trabajo del cole. Su madre no puede ayudarle pues
tiene que hacer la declaración de la renta, pues acaba el plazo al día
siguiente y no “ha tenido tiempo” de hacerla. Luis recibe una bronca por
no organizarse como debe.</span></span></li>
</ul>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">En la vida
cotidiana tenemos miles de ejemplos similares. Si los adultos fueran
capaces de exigirse a sí mismos lo mismo que exigen a los niños, en el
mundo no habría miles de métodos de adelgazamiento fallidos, no se
organizarían seminarios de profesionales para organización del tiempo,
ni la teletienda inundaría las pantallas con miles de artículos tan
inservibles como codiciados. Si los niños encontrasen coherencia entre
las actitudes de los adultos y las peticiones hacia ellos, las
relaciones serían más fluidas y sanas. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">Y tú ¿le exiges a tu hijo lo que eres capaz de pedirte a ti mismo?</span></span></div>
Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-75249407092776841402012-03-26T11:09:00.001+02:002012-03-26T11:16:37.780+02:00Y... ¿cómo se llega a críar con apego?<div class="MsoBodyText" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">Visto lo visto, una de las cosas que hay que reconocerles a las familias que crían desde el respeto es, además de lo obvio, el hecho de que persistan en ello. Y es que el panorama es desolador... los consejos vuelan en todas direcciones y muchas veces disfrazan el mensaje “lo estás haciendo fatal”. Entonces ¿qué es lo que hace que muchas mujeres se mantengan y no sucumban ante la <a href="http://www.youtube.com/watch?v=xcdGEqjV9_8">presión de grupo</a>? Y sobre todo ¿de qué depende que no se desmoronen y sigan confiando en sí mismas?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span> </div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;">Ya hemos hablado otras veces de la importancia de “la tribu” ya sea ésta presencial o virtual. Y precisamente es a través de las asociaciones familiares, de los grupos de apoyo y de las reuniones de crianza dónde se pueden observar muchos tipos de mujeres-mamás muy distintas pero que comparten caminos similares... y mujeres similares que afrontan las dificultades de la crianza de formas muy diferentes. Esto ¿de qué puede depender? Lo que se propone a continuación es que quizá no lo hace tanto de características de personalidad como de la forma en la que se conoce o se llega hasta la crianza respetuosa. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span> </div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;">Se van a exponer cinco tipos de acceso a la crianza, con sus características, los problemas que suelen encontrarse y la forma de solventarlos. Obviamente, no es un estudio exhaustivo ni una suerte de diagnóstico, sino apreciaciones personales después de años de experiencia con grupos de apoyo. Probablemente todas las mujeres tengan algo de cada una. Posiblemente nadie se vea reflejada con toda certeza, y quizás nadie reconozca ninguna característica común con ella misma. Pero es esperable que casi todas tengan una interesante mezcla en su forma de llegar a la crianza con apego y, por tanto, de maternar. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span> </div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;">Pertenecer a uno u otro grupo no es ni bueno ni malo. Se llega y esa es la victoria. Pero saber cuáles pueden ser los puntos flacos quizá sí sea beneficioso para la autodefensa ante opiniones no pedidas o pequeños contratiempos cotidianos. Con esa intención y no otra, está escrito este artículo. No se trata ni de etiquetar ni de señalar. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span> </div><ul style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><li><span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;">Una de las formas de conocer la crianza con apego es hacerlo de <b>forma intelectual</b>: se llega a través de una dedicación al aprendizaje exhaustiva. En muchas ocasiones son personas con formación</span><span style="font-weight: normal;"> (generalmente de tipo no formal o informal, pues en la educación formal no es la "mejor vista" de las opciones)</span><span style="font-weight: normal;"> sanitaria, educativa o humanística previa, pero cuando no es así y proceden de otros campos, el nivel de competencia que alcanzan es altísimo. Es habitual que estén interesadas en varias áreas de la crianza, que lo disfruten e incluso que en ocasiones cambien su perfil profesional para acercarse más al mundo infantil. Suelen ser personas positivas y optimistas, con recursos y con capacidad de buscar alternativas, ante las críticas siempre tienen una respuesta. Por el contrario, para ellas puede ser muy duro aceptar en ocasiones que algo “no funciona”, pues lo viven como un fracaso personal y cargan con mucha culpa. Puede ayudarles el comprender que una crianza es una carrera de fondo, que lo importante no es hacer cosas “que funcionen” para obtener buenos resultados, sino establecer bases firmes; y además, trabajar la diferencia entre “culpa” y “responsabilidad”, asumiendo que no se pueden controlar siempre todas las variables.</span></span></li>
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;">En otras ocasiones se llega escapando de la propia <b>experiencia personal</b>. Al tener un hijo se reabren las heridas recibidas en la infancia (y no estamos hablando únicamente de malos tratos físicos): la educación recibida, los valores, la actitudes cobran una nueva dimensión, se ven de otra manera y nuevas necesidades salen a la luz: se intenta sanar al niño interior a base de cuidar al nuevo bebé, pero esto puede desestabilizar el equilibrio personal cuando hay algún tipo de problema; aparecen preguntas como <i>“¿por qué haces esto si siempre te he tratado bien?”</i> o <i>“¿en qué he fallado?”</i>. Estas personas hacen mucho énfasis en sus propias actitudes y no suelen tener en cuenta los procesos madurativos de los hijos. Además, ante estas dificultades se reabren las heridas y existe un sufrimiento adicional. Actividades de sanación emocional son insdispensables. </span></span></li>
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;"> Hay una variante en la experiencia personal, y es esa que se manifiesta cuando se recuerda la infancia como feliz y amorosa y lo que se busca es la repetición de esas condiciones para los hijos. Una buena relación con el niño interior provoca una reflexión sobre la práctica bastante más condescendiente que la anterior, se entiende que hay fases en la maduración, que hay situaciones que se viven de forma transitoria y que “todo pasará”. </span></span></li>
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;">La organización social actual no facilita la inclusión de los hijos en la vida cotidiana, y no es fácil “hacer piña” con otras madres. Así que en ocasiones, una madre encuentra que su grupo de referencia más cercano, por cercanía, vecindad o familiaridad, cría con apego, con lo cual llega allí a través del <b>“acogimiento</b>”, <b>por casualidad o por simpatía</b>. Esto ocurre principalmente al tener niños recién nacidos o de pocos meses, cuando hay más dudas. En general, es gente práctica, que aprovechan lo bueno que ven y descartan aquello que no les interesa, que no cuadra con su estilo de vida o que les remueve más de lo necesario. En ocasiones permanecen algo al margen del grupo; en otras se sienten cuestionadas y la forma de escapar es presentar problemas recurrentes: por ejemplo, lactancias fracasadas por causas difusas en repetidas ocasiones. No hay una reflexión profunda sobre las dificultades auténticas, aparecen las incongruencias y se cede a la presión externa con facilidad. No suele mantenerse una auténtica crianza respetuosa a lo largo del tiempo, aunque sí se pueden conservar algunas características importantes, de forma inconexa. </span></span></li>
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;">A veces ocurre que media una cuestión “estética”, o de <b>moda</b> en la asunción de patrones de crianza. Suele darse estando ya embarazada y buscando información, y habitualmente les sucede a mujeres activas y curiosas... comparando distintas opciones aparece una simpatía o gusto estético por alguna características muy concreta de la crianza, y ello la acaba arrastrando hasta otras con las que comparten espacio. Por poner un ejemplo: es raro que una mujer que decida disfrutar de su bebé llevándole en un portabebé opte como primera opción por una lactancia artificial. </span><span style="font-weight: normal;">Además, estas mujeres suelen parecer muy seguras de sí mismas y con mucha fortaleza personal. </span><span style="font-weight: normal;">El problema de esta “inmersión” es que en ocasiones se va haciendo muy extrema en los comienzos, pero luego flaquea con cierta facilidad cuando los niños comienzan a tomar sus propias decisiones y a separarse en la díada mamá-bebé. Esto puede desestabilizar a las familias, que comparten momentos de muchísimo apego con otros de cierta lejanía y sobre todo, cansancio y frustración ante la tarea. Pueden aparecer resentimientos hacia el pequeño o tristeza por las costumbres “perdidas”. Recordar que el tiempo pasa volando y que se debe buscar tiempo para el autocuidado ayuda a recobrar el equilibrio, así como aceptar los errores y los puntos más débiles. </span></span></li>
<li><span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;">Por último, en ocasiones, la crianza con apego simplemente “surge”. No importa cuáles sean las ideas de partida, dónde esté montada la cuna o las opiniones de la suegra. Si el bebé llora y se calma al meterlo en la cama, allí se queda... y ya habrá tiempo al día siguiente para buscar en internet si eso está bien, mal, lo hace más gente o cómo se llama. Simplemente, las necesidades más básicas llaman a los instintos más primales y si la mujer está conectada con ella misma, simplemente surgen. La frase que mejor resume a estas mujeres es algo así como: “ pues es que yo pensaba XXXXXXXXXXX PERO DE REPENTE TODO CAMBIÓ”. Por supuesto, para poder lograr esta conexión la madre debe tener estabilidad emocional... incluso en entornos “hostiles”, <b>el instinto</b> acaba brillando. </span></span></li>
</ul><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><span style="font-size: small;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn32v-tbH40vTRSbPbiXvh7CjuljyG0prIUjRF9X0Ctw6iVKpoNOTQl1baR7cVDorTMvTAPdUSDH1glK4bIuypek7-dvMgSSZL_I9QcG8YA6ry1knkr6Cjb2Yfnd4EsB3dqxAiBWgDWssp/s1600/fotoarticulo.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn32v-tbH40vTRSbPbiXvh7CjuljyG0prIUjRF9X0Ctw6iVKpoNOTQl1baR7cVDorTMvTAPdUSDH1glK4bIuypek7-dvMgSSZL_I9QcG8YA6ry1knkr6Cjb2Yfnd4EsB3dqxAiBWgDWssp/s200/fotoarticulo.jpg" width="200" /></a></span></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: small;"><a href="http://www.alasmadrigueras.blogspot.com/">¡A las madrigueras! (reproducción prohibida)</a></span></td></tr>
</tbody></table><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span> </div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;">Ya se ha comentado antes que ninguna forma de llegar es a priori mejor que otra, y que todas aparecen de alguna forma en la mayoría de las mujeres, pero esta última manera de llegar parece especialmente reconfortante... ¿no sería bonito pensar que TODAS las madres son capaces de cubrir las necesidades de sus hijos simplemente escuchando su cuerpo? Porque no se debe olvidar una cosa: respetar a los hijos es respetar al niño que todavía llevamos dentro. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span> </div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;">Beatriz Coronas, psicóloga.</span></span><br />
<span style="font-size: small;"><span style="font-weight: normal;">Artículo original en <a href="http://www.educarpetas.blogspot.com.es/2012/03/y-como-se-llega-criar-con-apego.html">Educarpetas</a>. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span> </div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="letter-spacing: 1pt;">P. S. Quiero agradecer a todas las mujeres con las que comparto problemas, risas, lactancias, favores, abrazos, conversaciones, confesiones...aprendo muchísimo diariamente gracias a ellas. Esta vez, ha sido especialmente<b> Y.</b> la que me ha hecho ser consciente de lo valioso de ser tan distintas y a la vez, tan cercanas. Mil gracias. </span></span></div>Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-68438126644598937542012-03-13T23:13:00.001+01:002013-06-18T23:36:58.976+02:00¿Se acaba el apego en la crianza a los tres años?<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">Como psicóloga y colaboradora en asociaciones de familia y en grupos de apoyo a la maternidad, observo frecuentemente que a medida que la edad de los hijos crece, disminuye la predisposición en las mamás (o personas más cercanas al niño) a mantener una crianza desde el enfoque del respeto. Por supuesto, el amor a los hijos permanece intacto, pero suelen aparecer dudas serias acerca de “si lo estamos haciendo bien” o si quizás haber elegido otras formas de crianza hubiera favorecido descansar más, tener más tiempo para la vida personal o tener niños “más educados”. De pronto, parece que las familias no son tan sensibles a la necesidad de encontrar espacios y tiempos respetuosos con los niños, que es lícito (o menos grave) usar estrategias de amenaza o chantaje en ocasiones puntuales o que ya no es tan necesario ser tan estrictas respecto a su alimentación (por poner algunos ejemplos).</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">¿Por qué sucede esto? ¿qué pasa cuando los niños crecen y se tiene la sensación de que lo que hacíamos hasta ahora “ya no funciona”? Y sobre todo ¿qué hay de nuevo en el desarrollo evolutivo de un niño que complica tanto esta etapa?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">Hay tantos motivos como niños, madres y familias; pero yo encuentro tres grandes grupos que engloban la mayoría de estas circunstancias: factores personales de la madre/padre, razones ambientales de la familia y el entorno y la consecución de nuevos hitos evolutivos del niño.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">a) Los factores personales que afectan a la madre (o a la persona que cuida preferentemente al niño) tienen mucho que ver con la situación emocional en la que se encuentra. Con un bebé es frecuente tener la sensibilidad a flor de piel: bien exultante de alegría y con necesidad de compartir, bien con agotamiento o tristeza. Ambos extremos facilitan que la madre acuda a grupos de apoyo a la lactancia, asociaciones familiares, grupos de ayuda maternales, que consulte foros, que lea mucha documentación... la madre suele disfrutar de dieciséis semanas de permiso de maternidad (escasas) con lo que cuenta con algo de tiempo libre adicional para trabajar sus emociones, sus miedos y sus anhelos. Suele estar receptiva, buscar ayuda, aceptarla, valorar distintas opciones y elegir la que más se adecue a sus necesidades. La madre es muy visible en esos momentos en las esferas maternales.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">A medida que pasa el tiempo, las emociones se relajan, todo se tranquiliza. Aparece la necesidad de dedicarse más tiempo a una misma, a recuperar actividades aparcadas. Quizá venga un siguiente hijo, y ya no se dispone de tanto tiempo para compartir sentimientos. O incluso, acaba la pausa laboral que algunas madres deciden hacer: se acaban las excedencias y con ello aparece la necesidad de reincorporarse a jornadas laborales muchas veces extenuantes. Por todas estas cosas y muchas más, la mujer deja de asistir a los grupos o está centrada en otras actividades (como por ejemplo la escolarización). Ya no es tan fácil compartir las ideas, el qué, el cómo hacer. No existen tantas oportunidades para observar a otras madres en circunstancias similares: salvo en los parques o en los centros comerciales, apenas hay momentos para contemplar a una madre y a un hijo que ya no es bebé en transacciones respetuosas. En estos casos, la crianza con apego apenas se ve en público a partir de cierta edad.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">b) Existen otra serie de factores, de corte si se quiere más “ambiental” que comienzan a pesar mucho al crecer los niños. Está, por ejemplo, la incorporación a las aulas. Muchas madres deciden quedarse en casa con los pequeños hasta que éstos cumplen tres años, pero al llegar esta edad sienten una fuerte presión social por escolarizarlos o desconfianza en su propia capacidad para instruirles en casa. O como comentábamos más arriba, muchas no pueden/quieren estirar la excedencia y la alternativa es la escuela. En lo que respecta a la escuela, la realidad es que en España no hay, en estos momentos, una buena red de escuelas respetuosas. Sí existen cada vez más proyectos interesantes, pero todavía, por distancia o por precio, no llegan a la mayoría de la población. Si a eso le juntamos las jornadas laborales de los padres y la dispersión de las familias, nos encontramos con que la única posibilidad para muchos padres es el colegio que “toque”, por cercanía o por puntos, sin posibilidad de elegir ni de valorar los proyectos educativos o curriculares. Muchos niños que se incorporan al colegio no se sienten ni felices ni acompañados, y si bien su potencial de adaptación favorece que salgan adelante, frecuentemente la asistencia a las aulas genera comportamientos disruptivos como peleas o rabietas en casa, dónde se sienten libres y protegidos, pero que afectan negativamente (si no se manejan con cautela) al clima familiar.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">Existe otro importante condicionante que impone una violencia muy sutil. Cuando los niños ya son mayorcitos son arrastrados hacia la dinámica de las comparaciones por parte de los adultos: hablamos y etiquetamos lo listos, lo guapos y lo simpáticos que son. O lo bien o mal que se portan, lo que lloran o dejan de llorar, lo que gritan o no... Las familias suelen sentir que se las juzga en función de lo que sus hijos hacen o dejan de hacer, y normalmente este juicio es en negativo. De ahí que muchos padres empiecen a sopesar a estas edades la necesidad de establecer “tiempos fuera”, condiciones o chantajes. Se escudriña la realidad para comprobar si los demás niños se portan igual de “bien” o “mal” que los propios, o cómo reaccionan a estímulos similares. Si alguna situación resulta violenta o los padres se ven con dificultades de afrontarla, ya no se percibe tanto como una etapa del crecimiento y se achaca más al hecho de que quizás no estén del todo “bien educados” o tengan “buenos hábitos”. Y no quiero decir con esto que no sea correcto reflexionar sobre las propias prácticas, pero ha de hacerse en momentos de tranquilidad y movidos por un deseo de mejora, no a través de comparaciones puntuales. Cuando sucede esto, la crianza desde el respeto se censura.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">c) El último de los grupos abarca todo lo relacionado con la propia historia de desarrollo de los niños. Si durante las primeras etapas era suficiente con acompañar el llanto, ofrecer calor y seguridad, alimentar y nutrir física y afectivamente, ahora estas herramientas se quedan escasas ante los argumentos o berrinches de un niño que ya no lo es tanto, al que ya no le podemos dar tanto “cobijo físico”. ¿Qué sucede cuando el niño crece?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">Pues por un lado sucede lo que poco tiempo atrás las familias pensaban que nunca llegaría: la “independencia”. Y con la independencia llega la elaboración de las propias normas y a través de éstas, los primeros enfrentamientos “serios”. Es en este momento cuándo los padres se enfrentan a un dilema importante: ¿acabamos una conversación “porque sí” o intentamos razonar? Hasta ahora se podía explicar y el niño podía aceptar con cierta facilidad, o se dejaba distraer. Ahora, el pequeño rebate todos los argumentos, defiende su terreno y sus intereses, y cuando agota sus recursos, acaba cayendo en el enfado. Cómo actuar en este momento daría para un artículo completo por sí mismo, pero considero que hay dos cuestiones principales que se deben tener un presente:</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">• La primera de ellas es que es conveniente alejarse de las soluciones que “funcionen”. La mayoría de padres desean que sus hijos sean capaces de valerse por sí mismos en el futuro, de defender sus derechos y hacerlo de forma asertiva y para llegar a ese punto es necesario entrenarse, no sirve obedecer “porque sí”, y además debemos ver ejemplos de cómo se hace, así que los adultos deberían tener alternativas en casi cada momento. La crianza respetuosa sólo tiene sentido en la distancia, el “aquí y ahora” son relativos. Los adultos no deberían tener miedo a las rabietas.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">• La segunda cuestión es que se debería intentar en lo posible enseñar a manejar al niño esa frustración y aprovechar un estado emocional tan intenso para hacerle reflexionar e identificar las sensaciones, lo que significan y lo que provocan tanto en ellos mismos como en los demás, así como las emociones posteriores, tanto las agradables relacionadas con la liberación como las desagradables relacionadas con la tristeza o remordimientos.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">Además de la independencia y sus consecuencias, hay que considerar también las limitaciones cognitivas que este pequeño cerebro pensante todavía no puede superar y que suelen ser las causantes de algunos problemas “domésticos”. Algunas mamás dicen que sus hijos cambian tanto que se vuelven unos desconocidos ¿qué sucede? El niño se encuentra ahora en la etapa pre-operatoria, con lo que transforma su inteligencia práctica (que puede organizar en actividades reales, como rutinas) en una capacidad de ejecución mucho más fina, más elaborada, que es capaz de ir más allá del momento inmediato. Aparecen los símbolos, los conceptos abstractos y una imaginación desbordante, así como un impulso por realizar las cosas por sí mismo. Además, existen una serie de características de pensamiento muy especiales en esta etapa, que conllevan malentendidos o enfados que seguro resultan muy familiares para los que tengan cerca de niños de estas edades; las más llamativas son:</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">• La centración, o la incapacidad para considerar distintas dimensiones de una situación, lo que altera el razonamiento. Por ejemplo, cuando un niño no entiende que su mamá es a la vez hija de su abuela y mamá de un hermano. El tan traído y llevado “mi mamá es mía” y las ganas de hacerle rabiar de algunos adultos que frecuentemente acaba en llanto se explicaría por este fenómeno.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">• Dificultades con la reversibilidad: en ocasiones no son capaces de comprender que no hay vuelta atrás (por ejemplo con el tema de la muerte) y en otras no pueden imaginar una acción que se deshace. Se le une a este fenómeno el estatismo o la dificultad para entender las transformaciones. Es muy típica por ejemplo la discusión por una galleta que se cae y se rompe y el niño no la quiere ya, porque la desea redonda y entera, para desesperación del adulto que lo considera un capricho sin más.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">• Sigue habiendo un punto de vista muy egocéntrico que se manifiesta en dificultades para separar su propio pensamiento del de los demás o del mundo exterior. Muy habitual cuando aparecen hermanos pequeños: “es que quiere que juguemos a la pelota ahora”.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">• El animismo o la percepción de las cosas como seres conscientes (una muñeca o una piedra, fuera del momento de juego).</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">Es decir, a causa de estos cambios, la crianza respetuosa se ve resentida porque es mucho más difícil.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">¿Y qué tendrían que hacer los adultos que perciban que quizá su estilo de crianza, elegido, buscado y trabajado se empieza a difuminar? Quizá lo mismo que se hacía cuando los niños eran más pequeños: analizar el propio comportamiento, el estado de ánimo, la disposición y la paciencia; y seguir compartiendo con otras familias, aprendiendo y ofreciendo alternativas, pues el ejemplo y la transmisión de valores es el camino correcto hacia una sociedad más sana.</span></span></div>
<span style="font-size: small;"><br style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;" /></span>Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-75222650132645060032012-03-13T23:10:00.000+01:002013-06-18T23:37:48.029+02:00Disfrutando del camino<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Siempre me ha gustado observar a los niños. No tanto interaccionar con ellos como mirarlos y dejarme sorprender. Hace algunos años, en un parque al que solía ir a leer, vi unas niñas de unos ocho o diez meses acompañadas de sus madres. Se aferraban como podían a un tobogán que tenía en un lateral una rampa con muescas para trepar y subir. Las madres hablaban entre ellas mientras atendían a las niñas. Una de ellas le sujetaba de los brazos o del culete para ayudarle a subir la rampa y después la sentaba en el tobogán para bajar, una y otra vez, con la paciencia que sólo un niño puede provocar. La otra mamá permanecía sentada en el suelo, o en cuclillas cerca de su hija, mientras ésta intentaba ponerse de pie y dar algunos pasos alrededor del tobogán. En ese momento, esa niña me dio un poco de pena... seguro que le encantaría probar el tobogán. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><br />
Meses después volví a ver al grupo casi al completo. La primera nena iba esta vez con su abuelo, que le sujetaba con amor de los brazos o del culete para ayudarle a subir la rampa y después la sentaba en el tobogán. La otra nena iba con su madre, que permanecía de pie, a unos pasos del columpio. La nena trepaba por la rampa una y otra vez, subía y bajaba, siempre por la rampa. Oí que el abuelo de la primera niña le decía a su nieta: “¿ves? Tienes que aprender a subir así por la rampa tú solita”. Y después, se dirigía a la amiguita: “pero no bajes por ahí, tírate por el tobogán tu también”. Siempre entre risas y abrazos, siempre con ternura. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><br />
Lo que realmente me llamó la atención y me hizo pensar fue que cuando se iban a marchar, la mamá de la escaladora le indicó a la pequeña: “¡mira, ahí viene papá!” y vi por primera vez a esa niña tirarse como loca por el tobogán, sin miedo, para ir corriendo a los brazos de su padre. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><br />
No fue hasta un poco después que descubrí dos libros que enmarcaron esta experiencia que quizás de otra forma hubiera olvidado. Uno de ellos fue <i>El concepto del continuum</i> de Jean Liedloff. El otro, <i>Moverse en libertad</i> de Emmi Pikler. Las y los que conozcáis estas obras ya sabréis “de qué otras formas” integré esa experiencia y a los demás os invito a leerlos y a valorar la historia anterior de nuevo. Sin embargo, hay una cuestión a la que hoy en día sigo dándole vueltas: el hecho de valorar el proceso de lo que llevamos a cabo.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></span> </div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgm0csoFY4FwXwu9tP5WZyGK-cXk69bd0aoFYpfTs4Xr_GEUjuJi0vhlxiy9n-MPCsrTYcpP-BlYQZ2EPGjyJnxxWtVB9LwA3hde6Aa61wU5RvTwioNCAoof8tdR03Y99poeI8MLgTLP-w9/s1600/rebea.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgm0csoFY4FwXwu9tP5WZyGK-cXk69bd0aoFYpfTs4Xr_GEUjuJi0vhlxiy9n-MPCsrTYcpP-BlYQZ2EPGjyJnxxWtVB9LwA3hde6Aa61wU5RvTwioNCAoof8tdR03Y99poeI8MLgTLP-w9/s200/rebea.jpg" height="133" width="200" /></a></span></span></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Rebeca López, <a href="http://kisikosas.wordpress.com/">Kisikosas</a></span></span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"> A la niña de mi relato se le ha permitido, gracias al tiempo y a la libertad de movimientos, desarrollar habilidades que muchos adultos valoramos: la constancia, la concentración, la capacidad de superación, la autonomía, la tan traída y llevada capacidad de “frustración”... pero, sobre todo, está aprendiendo a <b>disfrutar del camino</b>. Cuando a una persona no se le ofrecen más ayudas de las que necesita, cuando no se le “ponen muletas”, la capacidad de superación innata tiende a aflorar de una forma constructiva. Es vital para el ser humano (sobre todo cuando no está “taponado” como en la mayoría de los adultos) experimentar, probar y desarrollar nuestras habilidades a través de los procesos, y no únicamente de conseguir una meta. <br />
<br />
Los adultos nos proponemos tareas en forma de meta: queremos estudiar una carrera para ejercer, pero a la mayoría la tarea diaria de superar asignaturas nos es pesada, por eso existen los exámenes. Se supone que nos gusta ganarnos la vida trabajando en lo nuestro, pero a muchos tienen que fichar a la entrada y a la salida para comprobar que acuden. Nos interesamos mucho por los fines y no tanto por los medios. Los investigadores le han puesto nombre a este fenómeno: nos hablan de motivación intrínseca y extrínseca e insisten en que cuánto más “internas” son las ganas de hacer algo, más posibilidades tiene de perdurar en el tiempo y de generalizarse. </span> <span style="font-size: small;"><br />
<br />
Los niños pueden pasar horas en una actividad que les llene, que no necesariamente tiene que ser el juguete educativo que les hemos comprado y que no les entretiene. Sólo hay que permitírselo. Pensemos en cuántas situaciones a diario “cortamos” porque tenemos prisa... y algún tiempo después les exigimos que realicen por sí solos, como vestirse o atar el cinturón de seguridad del coche: son actividades que casi todos los niños prueban y que los adultos muchas veces hacen por ellos “porque tardan mucho”. Para ellos no es importante el hecho de terminar vestidos, o atados, sino el momento de manipular, de hacer cómo... de hacer el camino. </span></span> </div>
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><br /> Potenciemos entonces ese instinto para evitar adultos que posponen y que sufren por las obligaciones, que no valoran el trabajo, que no disfrutan con las tareas. Ya que estamos, intentemos no interrumpir. </span></span><br />
Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-91301137993153933482012-03-09T11:51:00.003+01:002013-11-25T17:51:22.570+01:00Combatiendo la pedagogía venenosa<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"> </span>
<style type="text/css">P { margin-bottom: 0.21cm; }</style>
<br />
<div align="JUSTIFY">
<span style="font-family: Adolphus;"><span style="font-size: small;">Me gusta
cuándo las personas disfrutan con su trabajo (como a casi todo el
mundo, supongo). Me de igual que hablemos de una arquitecta, de un
sastre, de una librera o de un músico. Me gusta observar y escuchar
su opinión sobre las cosas que conocen, bien porque llevan años
ejerciendo, o estudiando, bien porque lo han “mamado” desde
pequeños si es una saga familiar. Disfruto aprendiendo cosas que han
estado lejos de mis intereses, pero que soy capaz de valorar cuando
se manifiestan al mundo en forma de lo que más luce: trabajo bien
hecho, con cariño y atención. Yo también intento hacer mi trabajo
de la mejor manera posible, formándome, observando y procurando
estar siempre al día, y reconozco que es agotador, que me falta
tiempo y que a veces me gustaría estar tirada sin hacer nada más
que mirar el cielo. Claro que mi trabajo tiene un doble beneficio; lo
hago porque me gusta y además, es absolutamente compatible con mi
actividad principal de unos años a esta parte: la crianza de mis
hijos, desde el respeto a sus necesidades y con tiempo y apego. Si
ahora tuviera que ganarme la vida de otra forma, tendría que dedicar
muchísimo tiempo y ganas (posiblemente también dinero) para
aprender algo que me es desconocido. Esto repercutiría en mi familia
y en mi profesión, y quizás incluso en mi salud, pues debería
robarle horas al sueño para que me cundiera. ¿Sería justo que le
exigiera a alguien que dejara de lado su profesión y sus
conocimientos para sumergirse en otro mundo para criar a sus hijos
con responsabilidad?</span></span></div>
<div align="JUSTIFY">
<br /><br />
</div>
<div align="JUSTIFY">
<span style="font-family: Adolphus;"><span style="font-size: small;">Entonces
¿qué pasa con la mujer (generalmente), profesional en su actividad,
que ha dedicado tiempo y esfuerzo a lograr ciertas metas y, tras
quedarse embarazada, se ve enfrentada a una profesión para la que
generalmente no se han preparado, ni enseñado, ni hay escuelas, ni
postgrados ni universidades? Parece existir la creencia de que cuando
una mujer tiene un hijo va aprendiendo sobre la marcha todo lo
necesario. También se valora mucho la ¿ayuda? –no siempre- de
abuelas, vecinas o amigas más experimentadas. Pero la realidad es
que muchas mujeres, tarde o temprano, pero generalmente cuando se va
superando la etapa de “fusión” en la relación con sus hijos, se
ven enfrentadas a las dudas, a sus propios recuerdos sobre su
educación y a las expectativas de la sociedad sobre lo que sus hijos
deberían o no deberían hacer. Aparecen problemas, consultas,
conflictos y muchas veces la consulta a los especialistas. ¿Podemos
exigirle a una mujer, a un hombre o a familias enteras que se formen,
estudien, comparen y analicen todas y cada una de sus decisiones? No,
si ellos no quieren.</span></span></div>
<div align="JUSTIFY">
<br /><br />
</div>
<div align="JUSTIFY">
<span style="font-family: Adolphus;"><span style="font-size: small;">No
quiero que parezca que mantengo que una mujer no debería conocer
nada sobre crianza y maternidad... es más, opino que cuanto más
conozca uno sobre casi cualquier cosa, mejor. Pero una mujer hoy en
día se ve “obligada” a saber sobre su embarazo más que algunas
matronas no recicladas, más sobre parto que algunas ginecólogas y
más sobre crianza y salud infantil que unos cuantos pediatras y
especialistas en educación infantil... y esto es lo que no me parece
justo, ni ideal, ni siquiera beneficioso a largo plazo ¿por qué?
Porque es la clase de información que debe fluir, que debe estar
disponible sea cual sea la clase social, la formación o las
peculiaridades socioculturales de las familias.</span></span></div>
<div align="JUSTIFY">
<br /><br />
</div>
<div align="JUSTIFY">
<span style="font-family: Adolphus;"><span style="font-size: small;">Hace
poco leí a una mujer que en un foro de discusión comentaba algo así
como que “había que dejar de leer tanto libro y fiarse más de una
misma”. Eso hubiera estado bien, de no haber sido porque unas
líneas más abajo mantenía que un buen azote era lo mejor para
prevenir males mayores. Ojalá esa mujer tan convincente hubiera
tenido otra infancia, otra formación... o hubiese visto otra forma
de hacer las cosas.</span></span></div>
<div align="JUSTIFY">
<br /><br />
</div>
<div align="JUSTIFY">
<span style="font-family: Adolphus;"><span style="font-size: small;">En
el ámbito educativo, se habla de “currículum oculto” como los
usos, creencias o normas que se manifiestan a través de una
institución pero sin hacerse explícitas. Por ejemplo, si una
profesora quisiera hacer entender a su alumnado la importancia del
comercio justo y responsable, pero ella asistiera a clase con ropa
nueva cada día y de marcas que son elaboradas por niños asiáticos,
su mensaje no calaría por ser contradictorio. Sería una especie de
“discurso subliminal” dentro de la escuela. Pues bien, entiendo
que el currículum oculto en los hábitos de crianza, hoy en día, es
en demasiadas ocasiones negativo y pernicioso. No valora al niño en
su justa medida, no potencia sus habilidades y frecuentemente va de
la mano de la coacción y el chantaje, cuando no del miedo. Alice
Miller se refirió mucho a ello como “pedagogía venenosa”.</span></span></div>
<div align="JUSTIFY">
<br /><br />
</div>
<div align="JUSTIFY">
<span style="font-family: Adolphus;"><span style="font-size: small;">Las
familias implicadas en la crianza con apego cada vez son más
visibles, pero todavía tienen que hacer más ruido. El mundo está
cambiando y ya no vale quedarse en el ámbito de la tribu que
comparte ideales y formas, porque el futuro de todos, incluidos
nuestros hijos, está en juego. Por supuesto que sería deseable que
casi todo el mundo leyera algunos libros, o escuchase a algunas
personas, pero la realidad es que no es así, y que la posición de
alguien verdaderamente implicado en la crianza respetuosa no puede
quedarse en un “¡ah!, pues que se hubiera informado un poquito.”
O en “Yo le dejé unos libros y ni se los leyó”. Las familias
tienen que ver públicamente a otras familias criando de otras
formas. Tienen que asistir a otra manera de acudir y tratar una
rabieta (¿quién no ha sufrido miradas reprobatorias ante una
rabieta de un pequeño por parte de otros adultos que por supuesto
saben muy bien lo que tendría que hacerse en ese caso?) No se trata
de dar información que no se ha pedido, pero tampoco ocultarse.
Decir “yo no castigo a mi hijo” no puede provocar ansiedad por su
posible comportamiento y la opinión que generará en terceras
personas... no se nos olvide que estamos hablando de niños, de
personas completas, a las que deberemos acompañar y respetar... pero
no son nosotros.</span></span></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf1gxOzRD5_IIHFtU_k2Wat0du_ZCoQ_k2aXErEWjKDWL9WCKU5PteHCmP8vpCTRfyXsZagqjrnmR7xijXQq2Shjd_9kJeTNL4V6s-OaFqhvYw59KYBIaiDI5QQOK-CQqRWZrevbzHPLcb/s1600/marabea.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf1gxOzRD5_IIHFtU_k2Wat0du_ZCoQ_k2aXErEWjKDWL9WCKU5PteHCmP8vpCTRfyXsZagqjrnmR7xijXQq2Shjd_9kJeTNL4V6s-OaFqhvYw59KYBIaiDI5QQOK-CQqRWZrevbzHPLcb/s200/marabea.jpg" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf1gxOzRD5_IIHFtU_k2Wat0du_ZCoQ_k2aXErEWjKDWL9WCKU5PteHCmP8vpCTRfyXsZagqjrnmR7xijXQq2Shjd_9kJeTNL4V6s-OaFqhvYw59KYBIaiDI5QQOK-CQqRWZrevbzHPLcb/s1600/marabea.jpg">Cristina C.</a></div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<style type="text/css">P { margin-bottom: 0.21cm; }A:link { }</style>
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<span style="font-family: Adolphus;">Quiero animar y
agradecer a todas esas mujeres que practican la estrategia del
“tropezón”. Esa de tomar un café y como quien no quiere la
cosa, sugerir algo distinto “¿has probado a hacerlo así? A mi a
veces me va bien.” Siempre con una sonrisa y aceptando los noes
(como cuesta eso). También a esas familias que no tienen problema en
criar amorosamente a sus hijos, y defender que por ellos se les
escurre el tiempo de las manos ante otros que hablan de “los quince
minutos al día que tengo que jugar con mi hija” (esto es un
testimonio que yo he recogido personalmente de una madre refiriéndose
a su hijo de apenas unos meses). Los implicados de verdad en la
crianza con apego, por sus hijos y por un mañana mejor, deben ser
capaces de impregnar el ambiente con sus actitudes para así, poco a
poco, ir arrinconando la violencia.</span><br />
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<br /><br />
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<span style="font-family: Adolphus;">Sigamos haciendo tribu. </span><br />
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<span style="font-family: Adolphus;">Artículo original en el portal <a href="http://educarpetas.blogspot.com/2012/02/combatiendo-la-pedagogia-venenosa.html">Educarpetas</a></span><br />
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<span style="font-family: Adolphus;">Una película para reflexionar: "La
cinta blanca", de Michael Haneke.</span><br />
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<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;"> </span></div>
Unknownnoreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-59068384036531009132011-02-22T00:11:00.002+01:002012-03-13T23:06:30.407+01:00Las necesidades creadas.<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">Mientras hacía cola en la farmacia hace unos días, me llamó la atención un gran expositor de productos para bebés: chupetes, tetinas, sujeta chupetes, biberones, guarda-chupetes, mordedores, cucharas y platos, vasos de aprendizaje… y muchos sonajeros. De éstos últimos, unos modelos en concreto me han sorprendido tanto que no he podido evitar coger uno y leer el cartoncillo en el que iba enganchado; decía algo así como: <b>0+</b> (así que entiendo que está dirigido a ser utilizado desde el nacimiento<i>) “Adecuado para aprender a coger e interactuar con objetos” y “estimula los sentidos auditivos y visuales, ayuda a la percepción sensorial”.</i> Vinieron entonces a mi cabeza los apuntes de la facultad sobre desarrollo cognitivo: <i>un tal Piaget</i> hablaba de las reacciones circulares. Lo que viene a decir en sus teorías es que los bebés comienzan su relación con el mundo a través de los reflejos, que poco a poco van dando lugar a pautas de actuación más elaboradas. De la franja que va de los 1 a los 4 meses, Piaget hablaba de las “reacciones circulares primarias”, en las que un bebé comienza a realizar pequeñas actividades con su propio cuerpo, que normalmente empiezan de manera casual y se van perfeccionando (por ejemplo, chuparse el dedo). De los 4 a los 10 meses, comienzan las “reacciones circulares secundarias”, que viene a ser algo parecido, pero ya interaccionando con el mundo que le rodea: un día, toca un juguete cercano, hace ruido y se ríe por la hazaña… esas actividades se van complicando poco a poco. Así explicaba este autor los comienzos del aprendizaje (y la mayoría de sus modelos siguen teniendo validez hoy en día).</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">Entonces… esas filas sucesivas de cajas de sonajeros marcadas con distintas cifras, 0+, 2+, 4+, 8+… en realidad ¿para qué sirven? En mi opinión: para nada. Bueno sí, para calmar las conciencias de madres y padres, casi siempre preocupados por si están haciendo todo lo necesario para estimular al máximo las capacidades de su bebé. Detrás de este propósito inherente a la crianza están las farmacéuticas y casas de juguetes intentando explotar el filón, y dándose de bruces con las teorías cognitivas más elementales; porque vamos a ver:</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;"><span style="font-size: small;">-</span><span style="-moz-font-feature-settings: normal; -moz-font-language-override: normal; font-size-adjust: none; font-size: small; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"> </span><span style="font-size: small;">un niño recién nacido necesita dormir y mamar. Poco más. No necesita estimulación ninguna. Los moro, babinsky, darwinianos y demás aparecen y desaparecen según avanza el desarrollo y sirven de indicadores para saber si todo va bien. No hay que hacer nada. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;"><span style="font-size: small;">-</span><span style="-moz-font-feature-settings: normal; -moz-font-language-override: normal; font-size-adjust: none; font-size: small; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"> </span><span style="font-size: small;">Entre el primer y el cuarto mes de vida, los bebés se dedican a chuparse el dedo, el puño, los nudillos y lo que se lleven a la boca por casualidad, como la sábana. Lo <b>tienen </b>que hacer, así que es buena idea recordar este punto y no apresurarse a decirle a la madre, en muchas ocasiones desbordada, eso tan habitual de <i>“serán los dientes, dale un chupetito” </i>o<i>“este niño tiene hambre, mira cómo se chupa el puño”,</i>. Pues sí, se lo chupa y hace bien. No hace falta que tenga en la mano un juguete que no va a apreciar… como mucho, aprenderá a aceptar los golpes en la cabeza que se dará con algún movimiento involuntario. (Y no, tampoco significa que obligatoriamente se vaya a estar chupándose el dedo hasta los quince años, aquí entran en juego muchos factores). </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;"><span style="font-size: small;">-</span><span style="-moz-font-feature-settings: normal; -moz-font-language-override: normal; font-size-adjust: none; font-size: small; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"> </span><span style="font-size: small;">Hasta aproximadamente el quinto mes, los pequeños no empezarán a apreciar los preciosos sonajeros con colores y ruidos <b>elaborados al gusto de los padres</b>… ¿para qué tantos modelos previos? Y sobre todo ¿con qué fin?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">La estimulación en los bebés es un asunto complejo que preocupa a los padres y que pone en marcha sentimientos de culpabilidad: si todo va bien en el desarrollo de nuestros hijos, es que hemos hecho un buen trabajo, si algo va mal… ¿qué podía haber hecho para compensar? Evidentemente, ahora sabemos muchas cosas sobre cómo estimular a un bebé con dificultades y cómo ayudarle a superar limitaciones, pero eso de “<i>ayuda a la percepción sensorial</i>” es una perogrullada: si hay problemas de percepción se requiere la ayuda de especialistas y no unas campanillas enganchadas a un aro, y “<i>aprender a coger objetos</i>” lo van a aprender, con payasito y llaves o sin ellas. Pero de las tres afirmaciones, mi favorita es “<i>estimula los sentidos</i>” porque entiendo que es un eufemismo que en realidad quiere decir “entretiene”. Estos muñequitos que se ponen en la mano a los peques, que se cuelgan de sillas y capazos, los móviles de colores y músicas buscan conseguir un bebé entretenido sin presencia de un adulto, que posiblemente tendrá muchas más cosas muy importantes que hacer. Pero seamos serios, un bebé no necesita instrumentos que se fabrican desde hace unos sólo unos años. “Estimular los sentidos” de un bebé es algo que se tiene que poder hacer aquí, en el desierto del Gobi y en Iquitos. Se estimula a un bebé cuando se le coge, se le besa, se le mece, se le habla, se le da de mamar, se le canta, se le arrulla y consuela… se estimula cuando estamos con él y cuando ponemos en marcha recursos sin más ayuda que nuestro cuerpo y nuestro calor. Todo lo demás son parches que nos ponemos <b>nosotros los adultos</b> para justificar la incapacidad adquirida (o la capacidad perdida) de dedicarnos a nuestros pequeños en la medida que ellos nos lo piden. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">Es verdad, tenemos vidas complicadas, y hay objetos que nos la facilitan. Pero reflexionemos sobre el uso que hacemos de ellas. Yo he tardado casi dos días en escribir este pequeño texto, y robándole horas al sueño. Quizá, con una hamaca que se moviera sola, un chupete y luces proyectadas, podría haber elaborado un texto de similar tamaño en tan solo un ratillo, pero ¿estaría escribiendo sobre el mismo tema? Se admiten apuestas y opiniones.</span><br />
<br />
<span style="font-size: small;">Beatriz Coronas, psicóloga. </span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></div>Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4083663063505765412.post-7192554718554306082010-03-03T19:21:00.001+01:002012-03-13T23:06:02.437+01:00Sobre la supuesta infalibilidad de los castigos.<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">Hace unos días, en el suplemento semanal de un grupo editorial, apareció un interesante <a href="http://xlsemanal.finanzas.com/web/articulo.php?id=53298&id_edicion=4987">artículo</a> acerca de los estudios de Eduardo Punset sobre el poder del cerebro. En aquel momento, celebré que Punset estuviese al alcance del gran público gracias a esta revista de gran tirada, pero no contaba con las tergiversaciones y las dificultades que tenemos para mirar desde distintas perspectivas. En menos de veinticuatro horas estaba escuchando conversaciones que venían a decir que <i>“hasta Punset dice que a los adolescentes hay que castigarlos”</i>. El cómo algunas personas han llegado a esta conclusión hay que analizarlo desde este apunte del reportaje: </span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div style="color: #444444; font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: center;"><i><span style="font-size: small;">PREMIAR ES MEJOR QUE CASTIGAR</span></i></div><div style="color: #444444; font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><i><span style="font-size: small;">Los niños reaccionan mejor ante las recompensas (...). Distinto es cuando se trata de adolescentes. <b>Con ellos es más eficaz el castigo</b> ¿por qué? No lo sabemos todavía, pero quizá tenga que ver con que requiere mayor inteligencia cambiar de proceder cuando te equivocas que repetir aciertos cuando te premian con ellos. </span></i></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">Sin ánimo ninguno de enmendarle la plana a Punset (cosa que no le hace ninguna falta), creo que esta afirmación ha sido cogida por los pelos, y muy posiblemente, sacada de contexto. No creo que del autor comparta la opinión que algunos se han formado al leer este párrafo. Y sin embargo ¿por qué hay tantas personas deseando creer que los castigos funcionan? ¿lo hacen?</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">Personalmente, <b>no considero el castigo una opción educativa.</b> No creo que haya castigos justos, ni proporcionados, ni educativos, ni ninguno de los eufemismos que se han puesto de moda de un tiempo a esta parte. Una cosa es reparar las consecuencias de un mal acto y otra muy distinta, intentar reducir su frecuencia mediante el abuso de poder o el miedo. Sin embargo, muchos padres y educadores piensan que hay casos en los que no queda otro remedio, que los castigos funcionan y que, a veces (en el mejor de los casos) hay que aplicarlos. ¿Si? ¿Funcionan? Si realmente funcionaran, casi todos los niños habrían sido castigados alguna vez y sólo unos pocos repetirían, pero la realidad es que frecuentemente (en un aula , por ejemplo) unos pocos niños acumulan la mayoría de los castigos que se aplican. Y para ver por qué pasa esto, no voy a partir de las teorías del apego que tanto comparto, sino de la propia modificación de conducta. </span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">El castigo intenta <i>reducir o evitar la emisión de conductas negativas por parte de un sujeto</i> (negativas para un observador externo, para quien las comete, generalmente son de lo más interesante). Tradicionalmente se acepta la existencia de dos grandes grupos: la presentación de estímulos aversivos (p. e. un azote) o el control de reforzadores (p. e. evitar que a un niño sus compañeros le rían las gracias). También se acepta que éstas últimas son preferibles porque generan respuestas emocionales menos potentes (sería preferible retirarle los mimos a un niño que dejarle, por ejemplo, sin postre) si bien no suelen ser tan rápidas. En terapia se busca un equilibrio entre un procedimiento lo menos aversivo posible y de fácil aplicación. Según la mayoría de autores, se deberían usar la <i>extinción, los enfoques positivos de reforzamiento diferencial, el costo de respuesta, el tiempo fuera, la saciación y la sobrecorrección</i> antes de usar <i>procedimientos aversivos puros.</i> Los buenos profesionales también saben de la importancia de procurar, simultáneamente, conductas alternativas adecuadas. La realidad de nuestros hogares, de nuestras escuelas, es que esto no es así. </span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">Analicemos un caso concreto, frecuente y habitual: muchos niños (posiblemente demasiados) en una escuela infantil (seguramente con menos espacio del que los peques necesitan), haciendo actividades quizá muy alejadas de sus intereses (pero <i>necesarias</i> para su desarrollo cognitivo). Una niña se remueve, otro se enfada y acaban peleando. Lo habitual es que tras un “esta niña siempre igual” por lo bajo, el maestro o educador siente a la niña (o niño, lo uso indistintamente) en la silla de pensar; esto es un <i>tiempo fuera</i>. Y se supone que en ese rato, el niño ha de reflexionar sobre su inadecuada conducta. (Yo, mala pensante, supongo que en lo que piensa es en cómo hacer la siguiente, que quizá sea más divertido que la actividad que le han programado). Otra posibilidad puede ser <i>castigarle</i> sin plastilina, o sin postre; sin algo que realmente agrade al pequeño, para que aprenda. Es decir, se han saltado al menos dos procedimientos que deberían probarse antes y tampoco se produce de la mejor manera posible (no se ofrecen conductas alternativas, con lo cual éstas no se pueden reforzar, el tiempo fuera se aplica para distintas conductas, lo que confunde al niño, los tiempos suelen ser largos, etc.) Es decir, las técnicas de modificación de conducta (que pueden ser válidas en contextos muy determinados) <b>no se saben utilizar,</b> lo que lleva a dos dificultades importantes: por un lado, no consiguen su función, pero además de eso, existe el problema añadido de que los humanos, tozudos como somos, seguimos intentándolo de la misma mala manera y generalmente vamos subiendo la intensidad de nuestro enfado y del castigo que aplicamos. Y es que, como dice Eduardo Punset en el artículo, <i>“requiere mayor inteligencia cambiar de proceder cuando te equivocas que repetir aciertos cuando te premian con ellos.”</i> Y mucha humildad reconocer que lo estamos haciendo mal, añado yo... </span><br />
<br />
<span style="font-size: small;">Beatriz Coronas, psicóloga. </span></div>Beatriz Coronashttp://www.blogger.com/profile/17155816081356873341noreply@blogger.com10